Nací en una casa muy gran casa en el Bº de Ciudadela, del Gran Buenos Aires, de veredas limpias y naranjos florecidos, en donde las risas de rondas con amigas y el juego de mancha, agachada, mancha congeladas, salto a la soga, carnavales de bombitas de agua , baldazos de agua y disfraces me acogieron con mucha felicidad.

El patio de mi casa era el lugar de otros juegos como la casita, el té con mesita y sillas de mimbre, tacitas de porcelana y muñecas. El jardín de mi casa, el fondo, allí donde hoy nacen violetas ayer tenía un nogal que como plomos me caían sobre la cabeza en donde me sacaba fotos familiares y donde juntaba las nueces de las navidades familiares. En el altillo de la casa, en donde mi madre cosía mientras escucha sus sinfonías favoritas, yo me vestía de ropas largas y danzaba libre, risueña de ausentes miradas.

Así, un día comencé a tocar el piano, fui a aprender música...y asi de apoco crecí con la música en mi bolsillo y en mi corazón, con el juego en mi esencia y la danza , una materia pendiente hasta grande. Así , esa niña que fui hoy habita en mi con toda su fuerza para seguir creando, cantando, danzando y pintando nuevos paisajes imaginarios.